Ante el auge de las marcas yo me pregunto si su desmesurada presencia en boca de todos se materializa también en su presencia en las despensas de nuestros hogares. Es decir, dudo que las marcas blancas consigan apartar a un segundo plano a las marcas convencionales, al menos en algunos tipos de productos.
Josep-Francesc Valls afirma en su libro ‘Reinventar el Negocio’ que los consumidores siguen siendo "marquistas", a pesar de que la actual situación económica ha provocado un traslado masivo del consumo hacia los productos de precios más bajos.
El autor se refiere a que, si bien es cierto que los consumidores tienden a buscar precios más bajos, no en todas las ocasiones optan por las marcas de distribuidor, sino que buscan el precio más bajo en la marca que les gusta o usan habitualmente.
Valls señala que en periodos de alta sensibilidad al precio, cuanto más fuerte sea una marca, mayor probabilidad de éxito tendrá en mantener sus clientes.
También afirma que ha habido un cambio en la percepción de los consumidores, ya que, ahora consideran que la marca blanca y la de fabricante tienen la misma calidad.
Pero yo, sinceramente, discrepo de esta afirmación, porque si nos dan a elegir, por poner un ejemplo, “Actimel” de Danone y “LCasei” de Hacendado, a un mismo precio, o un enguaje bucal “Listerine” y el enguaje bucal de “Deliplus”, cuando la diferencia es de casi 4€, ¿cuál nos llevamos?
No nos engañemos, nos resignamos a comprar la marca blanca por su precio, además su calidad es razonable pero, hay productos que yo no cambio por nada; dícese “Cola-Cao”, “Coca-cola”, “LaPiara tapa negra”, “Nocilla”, “Signal” y otros de higiene íntima como “Evax” y “Tampax”. Con estas, no me la juego.
Con mi artículo pretendo dar un enfoque crítico a nuestro blog, y hacer un llamamiento a las superficies comerciales que están retirando marcas de fabricante de sus lineales para monopolizar sus stands con sus marcas genéricas, ya que esto puede serles contraproducente a medio y largo plazo, cuando la situación económica se normalice. No nos olvidemos de que la economía es un ciclo.
Lucía Díaz Rodríguez
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